Estamos en el avion. Chester, Belen y yo. Son las 6 menos cuarto.
Desde la ventana se ve otro avión. y pienso que va a algún lugar.
Se mueve. El nuestro, aquel que no veo desde afuera. Ni desde adentro.
La luz entra y entrecierro la ventana. No ayuda. Me voy.
Nos vamos.
Recien, de a poco, entiendo que me voy de mi país, de mis personas.
Entiendo que en un tiempo voy a ver congelado todo lo de Uruguay.
Voy a pensar que solo se mueve lo que veo, y a extrañar lo mejor
de la seguridad que conozco. Y a odiarla.
Un avion nos transporta adonde todos debemos llegar. A un todo, a
un lugar del mundo que nos pertenece como no lo hace.
Es simple y es tan tan raro.
Decido. Actuo. Aca estoy.
Arriba, desde arriba, en ningún lado.
Veo tierra abajo mío, mucha. Pienso que es de todos y nadie tiene
derecho sobre ella. Ni sobre nosotros.
Ver el vertice. Como si e tiempo se mostrara al fin a nuestros ojos.
El cielo, la tierra, separados por el tiempo, que gris, decolorado,
divido un mundo del otro.
Corremos con el sol, atrás de el. Nos espera, ilumina, y sigue.
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