sábado, 31 de marzo de 2012

viernes 30 de marzo, desde lo de Andrea, Papamoa.

Ayer vivimos una situación surreal y familiar. Hace un par de días que estamos en esta casa de desconocidos, conviviendo con una neozelandesa, un escocés y dos tailandesas. Como Mint y Pin están ya hace un mes viviendo acá, nosotras nos sentíamos bastante controladas por Andrea, la mother.

./ Estábamos en el countdown haciendo las compras diarias y pasando por la caja una mujer delante nuestro se da vuelta y dice: Uruguayas? Siiiiiiii!, le contestamos. Nos dice: Les paso mi numero ya, hagamos algo estos días, unos mates, vivo hace cuatro años acá y me emociono cada vez que encuentro gente de allá! Anotamos su número y tras pagar salimos a la vereda, donde dos chilenos eran interrogados por la misma uruguaya: Uruguayos? No.

En ese momento la pareja de chilenos nos vieron cara de extranjeras y vinieron a preguntar por hospedaje. Le dimos el número de nuestra mamá Andrea y nos pidieron llamáramos nosotras porque no sabían inglés. Tenían lugar y nos siguieron en el auto.

../

Esa noche decidimos cocinar pizzas caseras para toda la familia. A las tailandesas les encanta la pizza y siempre dicen que en su país solo se come comprada en lugares como Pizza Hat, donde sale muy cara.

Bel se puso a hacer la masa, yo la salsa de tomates naturales (si, mamá, los deje despelarse en agua caliente! ) y Chestu ayudaba en todos lados. Resulta que Mint y Pim querían aprender, por lo que la cocina estaba llena de gente yendo y viniendo, cocinando y aprendiendo, y la pareja chilena que mucho no entendía pero participaba.

Las pizzas salieron delis con algunas alteraciones (las thai thai la querían power y le metieron pancho, panceta y hongos). A Chuk y Andrea (nz padres) les encantó, los chiles todavía estaban medios tímidos y las thai thai eran nuestras hermanas. Se generó algo increíble difícil de describir. Muchas culturas sin mismo lenguaje comunicándose a través de algo que no se sabe bien que es, que todos conocen. Ese lenguaje universal que nos habla de un todo, de una unión sin realmente limites o diferencias. Es eso que tantas veces queremos nombrar, que intentamos lograr conceptualizar y mira donde lo vamos a encontrar. Conceptos conceptos casi tangibles. Conexión generada por la distancia, por la necesidad de encontrarse.

Nos fuimos a dormir panza llena y corazón caliente.


Primer día de trabajo, hoy.

Nos levantamos 6.45. El aire helado en la cara, la cama calentita, cuánta fuerza de voluntad necesitamos! No quiero ni pensar en el invierno, no no no no no. Desayuno rápido para no llegar tarde: Café caliente más que necesario, tostadas y yogurt con cereales. Al auto. Wow, cuánto frío. Quién maneja? Yo no! , yo tampoco: Chestu, te tocó. La puta madre con este frío, y recién es marzo. Todo tipo de puteada y a llegar a tiempo que nos recomendó Chuck llegar antes de lo normal. Llegamos, numero de trabajador, huella digital: sueldo.  Nuestros ojos solo ven el sueldo que tanto precisamos y añoramos. Nos sentamos a esperar que nos llamen y se nos prenden algunas otras personas, argentinos principalmente. Muchos indios esperando que poco entienden, con cara de perdidos, mas que nosotros, mucho mas. No como nosotros, mucho mayores, realmente necesitados del trabajo. Impresiona.

Les/nos hacen sacar pañuelos y joyas, todas. Nosotras ya sabíamos y no llevamos nada salvo alguna cosita escondida. Nos cuentan un poco en un inglés muy cerrado y pasamos a la fabrica. Seeka Oakside, cool and packing house. Horas de esperar listos para empacar, pero nada. Las máquinas andan mal y es el primer día de la temporada, todo está a prueba. Unas horas y empieza el trabajo. Colocar kiwis en sus lugares, cerrar cajas, abrir cajas, llenar cajas, empapelar cajas. Almuerzo. Media hora y a trabajar. Cajas, kiwis, fuerza, calor, gente, cajas, kiwis, cajas, kiwis, kiwis, alguna charla, kiwis, charla, calor, hora?, piernas, kiwis.

Cruzan ideas por la cabeza. Mis amigas acá, cómo reaccionarían. Se imaginarán en casa lo que es esto? Si Naty estuviera acá su rodilla le rompería las bolas, suerte que le puedo avisar de antemano. Maru hablaría con los indios más que nadie, yo hablo con los maoríes. Me caen bien. Me acuerdo de Vero y lo que piensa de estos trabajos. Pienso en Vale, antes que verse con este uniforme preferiría usar el de la Utu, e igual le quedaría bien. 11 horas de trabajo. Pienso en el resto de mis amigas, también que Andru renunciaría porque le parecería un divague haber estudiado para estar acá, todos de alguna forma lo pensamos pero acá estamos. Se me ocurre también que Juancho inventaría una maquina para facilitar todo esto. Pienso en canciones y las canto, para adentro y para afuera. Cuando estoy lejos del resto las canto del todo. Veo y oigo que un indio también canta para alivianar las horas, le sonrío pero no me ve, o se hace el que no me ve. Pienso en el mail de Vale, hoy de noche lo respondo, seguro, espero no llegar tan cansada. Llego cansada. Pienso.

El tiempo pasa lento. Charlo con dos chicas neozelandesas, son chicas y trabajan hace años en los kiwis. Me pregunto por qué siguen ahí y les pregunto para qué trabajan, si para vivir o juntar plata: Juntar plata. Charlo con una chica maorí. Me pregunta de dónde soy y conoce algo. Le pregunto por su familia y me dice que algunos trabajan ahí. Me pide que cante una canción, me río. Le pido que mejor cante ella una canción. Me dice que no, pero al rato la escucho cantando algo. Le pregunto, es una canción maorí que le ensenaron en la escuela que cuenta una historia, pero no sabe bien cual. No le gusta el idioma maorí ni nada relacionado, no entiendo muy bien por qué pero me sigue contando cosas. Números en maorí, hola y chau, etc. Me pregunta por el español, sabe bastante. Cuenta hasta 4 en los dos idiomas.

Nos siguen rotando los lugares, María para aquí, María para allá. Somos las tres Marías. Al fin después de mucho mucho rato, más del previsto, se hacen las 7.  A lavarse las manos, sacarse el uniforme, poner huellas digitales y salir al sol, que poco queda. 

miércoles, 28 de marzo de 2012

playa de Papamoa II

Mirando entiendo que esta todo en mis manos
el viento, las montañas: mis hermanos. 
Pisando el suelo fuerte, entiendo las verdades
escritos en la tierra; los ojos de mis padres.
Con las manos los troncos de los arboles,
mis amigas el apoyo y el levante.


El mundo son personas y eso veo. 
Son almas que atraviesan el espacio y el tiempo.
Les cuento que a través de los cuatro elementos,
los veo a cada uno y los recuerdo.




Si me sensibilizo no me creo
pero es ahí cuando realmente siento.
Sin nadie alrededor y sin conceptos.
Los conceptos anulan el misterio
-quiero alejarme de ellos.


Siempre se la respuesta, eso es por miedo.
Si esta todo sabido ya no hay riesgo. 






Desestructurame, 
que la verdad no es cierta (ni nuestra)
No intentes sorprenderte con lo nuevo
(porque el intento es viejo y no hace efecto)

28 de marzo, playa de Papamoa

Soy vulnerable a la energía del lugar.
El agua viene y va y eso se siente al caminar.
Espero mostrarme, una y otra vez
que al caminar no me miro los pies.

El horizonte me vuelve a atrapar
(ya no es como antes cuando me podía desenredar)
Ojalá vuelva mi alma hacia atrás,
y me desenrede, como escuche cantar. 

Me siento muy lejos a mirar la mar.
Su voz nunca cambia, es igual que allá 
Si te acostas en la arena podemos hablar.
Desde acá, desde allá. Sin palabras, quizá.

martes, 27 de marzo de 2012

26 de marzo, desde Papamoa

Lunes 26.03.12

Es de noche y estamos acostadas en un cuarto de una pareja neozelandesa que alquila las habitaciones de sus hijos que ya se fueron a estudiar, trabajar o sentar cabeza. Son de la edad de nuestros padres, muy simpáticos y con una casa divina. Nos queda cerca de Papamoa, a dos minutos en auto, y cerca de Te Puke, lugar donde vamos a trabajar, esperemos. Por esta casa pasaron muchos, hay ahora dos tailandesas a las que poco entendemos pero se ríen de todo. Están hace un mes acá y hace dos días consiguieron trabajo en una packing house.
+ Pacific Coast Backpacker
    + Pablo, Córdoba
    + Grupo de argentinos. (chiquito charlatan)
    + Argentina chiqui q no para de hablar
+ Papamoa
    + 4 arg. Viviendo en su van
+ Te Puke
    + Shelly



Nos cuenta la madre del hogar de algunos otros huéspedes, y nos explica cada detalle para que todo se desarrolle sanamente. Jaja. Tenemos un cuarto con una cama normal y otra doble, con una buena ventana y espacio. Televisión en familia y cada cual se cocina cuando quiere lo que quiere. Lavarropas, estar, deck de madera y mesitas afuera. Alrededor nada, pasto, paisajes, carretera.



Después de haber dormido dos noches en el auto, sin ducha y con un vapor demencial, lo primero que hicimos después de bajar los bolsos y hacer las compras para la comida semanal, fue bañarnos. Qué placerrrr. Intentamos conectarnos porque tenemos wi-fi gratis, pero a mi no me funciona y la conexión está imposible.  Asique decidimos meter “familia” e ir a mirar televisión con Andrea, Jock, Mint y Pim. Vaya uno a saber como se escriben los nombres. Luego de chácharas y algunas risas, Andrea nos recomienda no trabajar para el indio para el cual íbamos a empezar mañana, y llama a una amiga para encontrarnos trabajo en una pack. Mañana tenemos que ir, si o si.

Al rato pensamos. En un estar, con cuatro desconocidos, nosotras tres, una de acá, otro de Escocia, y dos tailandesas. Compartiendo un programa de televisión entrecortado con charlas. Una casa, viviendo juntos. Es medio increíble pensar lo que hace una semana estábamos haciendo en nuestras casas, y lo que hoy estamos viendo, viviendo, tan simple como dejándolo fluir. No pensamos porque si pensamos nada cierra del todo. Mejor así, caminar y en cada paso decidir.


24 de marzo, desde Mt Manganui


Hoy volvemos recién de meter noche. Fuimos a la Fiesta Latina en un boliche en Tauranga. Llena de nosotros, tanto que no estamos en Tauranga, estamos en el Club o en Azabache tirando pasitos y agitando con todos los demás, como todos los demás. No se que vamos a buscar si la idea era conocer cosas nuevas, pero las personas buscan juntarse con aquellos similares, naturalmente. Cómo nos engañamos a veces pensando que nos estamos alejando cuando se nota que lo único que hacemos es buscarnos. Cumbia, fernet, hits y brazos arriba. Y volvemos al hostal.

Tenemos auto y un compañero de esta mini-ruta. Llegamos y va saliendo gente hacia la playa, son las tres de la mañana por lo que no tengo sueño, es costumbre, somos latinos, fiesteros y trasnochadores. Me uno y quiero ir. Bel se va a dormir y Chestu duda pero se prende. Esperando a otros charlamos y conocemos que son chilenos y argentinos. Algunos mas chicos, otros mas grande, chicas y chicos. Una que duerme en el auto (nuestro mañana), otros que buscan su documento por si los agarra la policía tomando algo. Otro prefiere agua para no tener problemas. Uno nos cuenta que tiene 31 y al lado de todos nosotros se siente un pendex. Los chilenos no distinguen argentinos de uruguayos y empieza el clásico dilema.

Pasa rato y la chica a la que esperamos no aparece. Mañana tenemos entrevistas temprano y es nuestra última noche en cama. Chestu decide que lo mejor es irnos a dormir. Dudo, pero me vengo a dormir, todavía indecisa de la decisión. Creo que si bien el trabajo es importante y está bien dormir bien, no venimos a trabajar. Venimos a conocer y detalles como estos son las cosas importantes del viaje sin las cuales deja de tener sentido. Un viaje de trabajo? No. Espero que no.

Me duele un poco la panza y pensé en Uruguay bastante. Es impresionante como se precisa la paciencia y las ganas para ser feliz. 

lunes, 26 de marzo de 2012

21 de marzo, desde auckland

Hostal.

Nos tocó en el cuarto con tres gauchos y una insoportable. Los gauchitos unos chiquinios show, de 18 años que después de unas horas ya no bancaban mas el haberse ido. Manuel y Juan Andres.
+ Manuel, Juan Andres, Julito
+ Giovana, la Yenny.

+ Negro Gutierrez & novia
+ Daniela, chefa genia total
+ Marcelo





El hostal muy bien, amplio, con todo pensado para nosotros. Cuchetas y baños grandes, espacios para estar y para conectarse y desconectarse, cocinarse, concentrarse, desconcentrarse y desestructurarse. Gente de todos lados que se divierte simplemente hablando, sonriendo de escuchar otros idiomas y acentos. Al principio cuesta hablar, hoy, al tercer día, no hay tantas barreras.



En la tarde recorrimos las calles, no tantas ya que seguía lloviendo. La ciudad de la lluvia. Encontramos un parque alucinante que sube. Desestructura la ciudad, en unos metros logra una altura increíble y se asciende mediante caminos entre árboles enormes e intrincados. Tiramos una moneda, cada una su deseo, y volvimos a lo poco conocido.

Mientras Chestu y Belonch dormían una supuesta siesta antes de despertarnos a cocinar la cena, yo me duchaba. Como era de esperar, el despertarse nunca llegó  y a las tres de la mañana nos encontramos abriendo los ojos. Chester a bañarse, yo a dormir. Bel se despertó temprano y le tocó la ducha y a eso de las 9 llevamos nuestro desayuno a la cocina del hostal (pan con queso philadelphia, jugo de naranja y manzana, y café). Panza llena decidimos que era hora de buscar trabajo y fuimos a McDonalds buscando internet.



Buscamos, compramos, cocinamos morrones rellenos de queso y puerro, escribimos currículums y mandamos, pedimos, rogamos por trabajo. Jaja. A las 8.30 de la noche (acá es noche de verdad, todo cierra temprano), subimos a la Sky tower, una torre desde donde se ve toda la ciudad, un círculo con vista a todo el horizonte, tierra, océano, calles, vida, sentir velocidad y paz a la vez. 
+skytower: fotógrafo indio seguridad.




Cena: Ensalada con queso y castañas de cajou, fideos para Bel.
Buscando conocer bajamos al bar del hostal, “globe”, donde nos encontramos con el resto de los uruguayos. Era un mix de gente extraño de esos de televisión. Chicas en la barra totalmente yankeelandia y gente en la puerta para no parar de hablar.
+ christchurch’s boy, buenos consejos
+ pareja de UK
+ italiano viajando por el mundo

martes, 20 de marzo de 2012

escrito martes 21 desde auckland

Por fin me siento a escribir. Aclaro desde ya que no tengo tildes ni eñes, o no se como ponerlos jaja. Bueno, resumo un poco.

Llegamos al aeropuerto y todos estaban o llegaron al rato. Todos, todas, todos los seres mas cercanos a uno, los que existen siempre y siempre están aunque nunca se muestren físicamente. Mi familia que viajaba conmigo en espíritu y se notaba de lejos, mis amigas que se mostraban alegres por la nueva experiencia y algunas mas vulnerables a la partida. Y vaqui, que como si nada simplemente se para y mira. Yo sigo pensando que me voy un fin de semana y vuelvo, que una lluviecita me va a pegar y capaz me hace ver algo nuevo, capaz no. Pero que no va a ser algo distinto de irme a La Pedrera o a Buenos Aires a un concierto.

Asi entro al Check in, pensando wow, cuanta gente querida que tengo y que lindo es verlos a todos juntos. Pienso también que si queremos podemos hacer tanto juntos, tanto. Son personas de mucha fuerza y fidelidad, no todo el mundo es asi. Y mi cerebro me dice, tranqui, mañana los ves de nuevo.

El silencio de la sala de espera cambió algunas cosas. Nos sentamos y nos quedamos las tres en silencio, como esperando que esas voces siguieran sonando. Esperando el anuncio del vuelo el tiempo pasó mas lento que nunca. Que está pasando? En serio nos vamos a tomar ese avión? No, no creo. Mi hermano entra y me llegan de nuevo los sonidos de afuera, los de cariño. Vuelvo unos pasos atrás, me alegro de verlo, de escucharlo.

Pero llaman al vuelo y me tengo que ir, con una libretita recién comprada que tiene un poco de todos los de recién. Subo al avión. Qué increíble que una cosa que viaje tan lejos sea del mismo tamaño que un ómnibus- y qué lindo estar en la ventana y poder ver lo que pasa afuera!

El vuelo resulta suave, con algunas sensaciones probablemente causadas por no haber volado mas que a Buenos Aires. Las montañas de la cordillera me dejan en un estado extraño. Parece que somos muy chicos como para pensar tanto, ellas deberían pensar y decidir por nosotros, ellas son del tiempo y tienen su sabiduría. Dejo que decidan por mi, que sientan.

Llegamos a Chile y no nos dejan salir del aeropuerto. Damos vueltas y vuelvas para encontrar una ventana en la que respirar aire limpio, pero no. Me descalzo. Nos encontramos con otros Uruguayos, todos piensan en algo pero no lo expresan, mas bien lo muestran. Muchos son mas o menos conscientes de lo que van a vivir. Mas o menos.

Nos subimos al nuevo avión, esta vez mucho mas grande pero todavía sin pinta de poder recorrer el océano. Qué emoción. Nos toca a todos lugares separados pero nosotras conseguimos sentarnos las tres juntas, en un lugar de un frío demencial y ruidos molestos, pero nada importa! En el otro vuelo leí algunas cartas, en este no, no me quiero concentrar en pensar, no busco pensar. Duermo y miro. No tengo ventana y eso es medio frustrante pero no tan grave. Dan de cenar un pollo revuelto con ensalda, pan, y un bizcochuelo revuelto de postre. Yo saco mi sándwich vegetariano de SubWay y la azafata me ofrece mas ensalada. Las chicas dejan la mitad del pollo porque no les gusta mucho, la ensalada bonísima y el postre depende del consumidor. De tomar lo que quieran, hasta vinito te ofrecen. Dormimos muchas horas MUY tapadas con las frazadas que nos dan, entrelazando partes de películas cada tanto pero creo que ninguna las mira enteras. Nos despertamos y el desayuno tiene un olorcito deli. Pan, huevos revueltos (o algo por el estilo), duraznos en almíbar, café, jugo y ligamos un alfajorcito havana que no era para todos. Hay algunas turbulencias y Chester cada tanto se marea.

Llegamos a Auckland. Estoy escribiendo todo cortado y no se por qué. Afuera llueve y buscamos primero que nada una camionetita para ir hasta el hostal. Averiguamos precio y cantidad y vamos en búsqueda de más uruguayos para que nos salga barata. Somos 10, o sea que 11 kiwi dollars cada uno, perfecto. En el camino no se ve mucho, son las seis y algo de la mañana y el conductor nos cuenta que amanece 7.40.  Casas lindas, tiendas enormes, puentes, una ciudad parecida al resto. El hostal queda en el centro centro, Center Auckland, a pesar de ser un hostal está sumido en un silencio atroz y el que atiende no nos da mucha pelota, mas bien nada.

Dejamos los bolsos agarrando lo básico, usamos el baño y nos vamos a McDonalds. Llueve y está oscuro, y las caras de Mc se parecen mucho a las de nuestro país, por lo que seguimos allá. Con el poco internet que encontramos nos dedicamos a buscar direcciones de bancos, celular shops y alguna otra cosa. A las 8.30 abre todo y estamos paraditos en la puerta. Nos cuesta encontrar el Kiwi Bank que nos mencionaron es el más barato, y nos empapamos en el camino. La mujer que nos atiende tiene una santa paciencia, como todas las personas que vimos hasta ahora. Hablan muy rápido y cerrado pero entendemos bien. Comienzan los tramites del IRD con alguna fotocopia de por medio.

Vamos, volvemos, y a las 10.30 de la mañana tenemos nuestra tarjeta de crédito en la mano. Hasta la 1 no tenemos el hostal, por lo que buscamos un lugar para almorzar y elegimos Diego’s (creo), un lugar con pinta muy hogareña. Chestu se pide un pollo con ensalada, Bel un tipo de taco y yo una paella portuguesa vegetariana. Está todo muy deli, con muchas especias y elementos gustosos. Tanto, que la boca se nos queda hecha fuego, es tan tan picante que con lo cremita que soy yo casi me muero.

Hostal, por fin. Habitación, bolsos, baños!



  

sábado, 17 de marzo de 2012

hacia Chile

Estamos en el avion. Chester, Belen y yo. Son las 6 menos cuarto.
Desde la ventana se ve otro avión. y pienso que va a algún lugar.
Se mueve. El nuestro, aquel que no veo desde afuera. Ni desde adentro.
La luz entra y entrecierro la ventana. No ayuda. Me voy.
Nos vamos.
Recien, de a poco, entiendo que me voy de mi país, de mis personas.
Entiendo que en un tiempo voy a ver congelado todo lo de Uruguay.
Voy a pensar que solo se mueve lo que veo, y a extrañar lo mejor
de la seguridad que conozco. Y a odiarla.


Un avion nos transporta adonde todos debemos llegar. A un todo, a
un lugar del mundo que nos pertenece como no lo hace.
Es simple y es tan tan raro.
Decido. Actuo. Aca estoy.
Arriba, desde arriba, en ningún lado.


Veo tierra abajo mío, mucha. Pienso que es de todos y nadie tiene
derecho sobre ella. Ni sobre nosotros.


Ver el vertice. Como si e tiempo se mostrara al fin a nuestros ojos.
El cielo, la tierra, separados por el tiempo, que gris, decolorado,
divido un mundo del otro.
Corremos con el sol, atrás de el. Nos espera, ilumina, y sigue.