martes, 20 de marzo de 2012

escrito martes 21 desde auckland

Por fin me siento a escribir. Aclaro desde ya que no tengo tildes ni eñes, o no se como ponerlos jaja. Bueno, resumo un poco.

Llegamos al aeropuerto y todos estaban o llegaron al rato. Todos, todas, todos los seres mas cercanos a uno, los que existen siempre y siempre están aunque nunca se muestren físicamente. Mi familia que viajaba conmigo en espíritu y se notaba de lejos, mis amigas que se mostraban alegres por la nueva experiencia y algunas mas vulnerables a la partida. Y vaqui, que como si nada simplemente se para y mira. Yo sigo pensando que me voy un fin de semana y vuelvo, que una lluviecita me va a pegar y capaz me hace ver algo nuevo, capaz no. Pero que no va a ser algo distinto de irme a La Pedrera o a Buenos Aires a un concierto.

Asi entro al Check in, pensando wow, cuanta gente querida que tengo y que lindo es verlos a todos juntos. Pienso también que si queremos podemos hacer tanto juntos, tanto. Son personas de mucha fuerza y fidelidad, no todo el mundo es asi. Y mi cerebro me dice, tranqui, mañana los ves de nuevo.

El silencio de la sala de espera cambió algunas cosas. Nos sentamos y nos quedamos las tres en silencio, como esperando que esas voces siguieran sonando. Esperando el anuncio del vuelo el tiempo pasó mas lento que nunca. Que está pasando? En serio nos vamos a tomar ese avión? No, no creo. Mi hermano entra y me llegan de nuevo los sonidos de afuera, los de cariño. Vuelvo unos pasos atrás, me alegro de verlo, de escucharlo.

Pero llaman al vuelo y me tengo que ir, con una libretita recién comprada que tiene un poco de todos los de recién. Subo al avión. Qué increíble que una cosa que viaje tan lejos sea del mismo tamaño que un ómnibus- y qué lindo estar en la ventana y poder ver lo que pasa afuera!

El vuelo resulta suave, con algunas sensaciones probablemente causadas por no haber volado mas que a Buenos Aires. Las montañas de la cordillera me dejan en un estado extraño. Parece que somos muy chicos como para pensar tanto, ellas deberían pensar y decidir por nosotros, ellas son del tiempo y tienen su sabiduría. Dejo que decidan por mi, que sientan.

Llegamos a Chile y no nos dejan salir del aeropuerto. Damos vueltas y vuelvas para encontrar una ventana en la que respirar aire limpio, pero no. Me descalzo. Nos encontramos con otros Uruguayos, todos piensan en algo pero no lo expresan, mas bien lo muestran. Muchos son mas o menos conscientes de lo que van a vivir. Mas o menos.

Nos subimos al nuevo avión, esta vez mucho mas grande pero todavía sin pinta de poder recorrer el océano. Qué emoción. Nos toca a todos lugares separados pero nosotras conseguimos sentarnos las tres juntas, en un lugar de un frío demencial y ruidos molestos, pero nada importa! En el otro vuelo leí algunas cartas, en este no, no me quiero concentrar en pensar, no busco pensar. Duermo y miro. No tengo ventana y eso es medio frustrante pero no tan grave. Dan de cenar un pollo revuelto con ensalda, pan, y un bizcochuelo revuelto de postre. Yo saco mi sándwich vegetariano de SubWay y la azafata me ofrece mas ensalada. Las chicas dejan la mitad del pollo porque no les gusta mucho, la ensalada bonísima y el postre depende del consumidor. De tomar lo que quieran, hasta vinito te ofrecen. Dormimos muchas horas MUY tapadas con las frazadas que nos dan, entrelazando partes de películas cada tanto pero creo que ninguna las mira enteras. Nos despertamos y el desayuno tiene un olorcito deli. Pan, huevos revueltos (o algo por el estilo), duraznos en almíbar, café, jugo y ligamos un alfajorcito havana que no era para todos. Hay algunas turbulencias y Chester cada tanto se marea.

Llegamos a Auckland. Estoy escribiendo todo cortado y no se por qué. Afuera llueve y buscamos primero que nada una camionetita para ir hasta el hostal. Averiguamos precio y cantidad y vamos en búsqueda de más uruguayos para que nos salga barata. Somos 10, o sea que 11 kiwi dollars cada uno, perfecto. En el camino no se ve mucho, son las seis y algo de la mañana y el conductor nos cuenta que amanece 7.40.  Casas lindas, tiendas enormes, puentes, una ciudad parecida al resto. El hostal queda en el centro centro, Center Auckland, a pesar de ser un hostal está sumido en un silencio atroz y el que atiende no nos da mucha pelota, mas bien nada.

Dejamos los bolsos agarrando lo básico, usamos el baño y nos vamos a McDonalds. Llueve y está oscuro, y las caras de Mc se parecen mucho a las de nuestro país, por lo que seguimos allá. Con el poco internet que encontramos nos dedicamos a buscar direcciones de bancos, celular shops y alguna otra cosa. A las 8.30 abre todo y estamos paraditos en la puerta. Nos cuesta encontrar el Kiwi Bank que nos mencionaron es el más barato, y nos empapamos en el camino. La mujer que nos atiende tiene una santa paciencia, como todas las personas que vimos hasta ahora. Hablan muy rápido y cerrado pero entendemos bien. Comienzan los tramites del IRD con alguna fotocopia de por medio.

Vamos, volvemos, y a las 10.30 de la mañana tenemos nuestra tarjeta de crédito en la mano. Hasta la 1 no tenemos el hostal, por lo que buscamos un lugar para almorzar y elegimos Diego’s (creo), un lugar con pinta muy hogareña. Chestu se pide un pollo con ensalada, Bel un tipo de taco y yo una paella portuguesa vegetariana. Está todo muy deli, con muchas especias y elementos gustosos. Tanto, que la boca se nos queda hecha fuego, es tan tan picante que con lo cremita que soy yo casi me muero.

Hostal, por fin. Habitación, bolsos, baños!



  

3 comentarios:

  1. Divinaaa... que bueno poder estar otra vez en contacto contigo... se te extraña ya... igual asi feliz de que estes en esta busqueda (de que lo vas a tener que buscar tu jaja..) te escribo despues un poco mas largo.. ahora estoy en clase y no atiendo a nada.. besos te adoro. yo

    ResponderEliminar
  2. Querida!!! Siempre me gustó leer lo que escribís, y ahora tiene un plus, el de viajera. A seguir disfrutando, cuidate!!! Yo sigo tus andanzas desde acá!

    ResponderEliminar