miércoles, 28 de junio de 2017

Guruso

20 de Abril? Tráiler en Sydney Campground (showtime) con Marcos, él toca la guitarra, yo escribo.



El dolor por saber qué hay más. La tristeza de escucharte, la alegría de tenerte. Las notas agudas se sienten graves, a veces pasa. Caminar despacio, viendo el tiempo veloz, la gente apurada, y no saber cómo frenar esto. No querer frenarlo. Que siga la música, que siga tu música que así puedo estar horas.

Una vela, un vagón, un espacio. Una nota, una persona. La sensación. Esa sensación. El universo en su instante de perfección. Ese instante en que de muestra tal cual, te abre los ojos a sus secretos. La sabiduría eterna de éste mundo y los anteriores, los que vendrán. Las gotas en las hojas, el hechizo del fuego, el latir de las plantas, el perfume áspero y placentero. Cómo describir un instante, si por algo es único? La paz.

Encontrar la eternidad en el sonido, en la persona, en el reflejo. No querer hacer más, no querer buscar más. No querer querer más. Gotas. Notas. Vienen, vienen, no se van. Se quedan ese segundo en el que existen, y es suficiente. Suenan perfecto. Tristes, pero en fin. El fin no existe, eso descubrí, aprendí, me dejó ver el universo. La música no tiene fin, el mar no tiene fin. "Y la canción del agua, es una cosa eterna..." Nosotros no tenemos fin, ni nuestro cuerpo. Menos el alma, que hoy lo entiende todo. 


El sinfín debería despreocuparnos. 

: S h o w t i m e :

Abril 2017 I Sydney Show


: S h o w t i m e :
Hoy Jueves 27 de Abril. Éste tiempo. Éste tiempo de guruses compañeros, intensos, acogedores, distintos, especiales y espaciales. Lo son, y de manera linda. 
Los días en La Cocina pasaron con una velocidad razonable pero con un desquicie suficiente para devolvernos la locura. 

30 de abril. Bus a Sydney. Sin expectativas, sin saber si estaba bien o estaba mal. 6 am, calles oscuras, vacías, café. Llovizna un poco y por suerte solo camino media cuadra hasta el hostel aún cerrado de Marquiros y Migue. Pido para entrar al baño del bar de al lado, un chico chino preparando el lugar me dice que sí y sigue limpiando, ordenando sillas, trayendo cosas del fondo. Salgo y me siento en el murito, a esperar a que Marcos se despierte. 

Me abre, abrazo de pies que no llegan al piso, subimos y desayunamos como reyes. Es la primer vez que usa el desayuno gratis del hostel. Se despierta Migue, desayuna, charlamos, mateamos. Llega Manu! La otra gurú, la que faltaba, la que unió, la que movió. Abrazo gigante, mates y más mates, afuera llueve mucho y nos tenemos que tomar un tren a Camden, o muchos trenes, y ómnibus. Como no va a parar decidimos salir, comprar algo de comer en el camino y subirnos de una vez por todas, los tres. 

Primero tren, después ómnibus o quién sabe cómo fue, pero llegamos. Nos esperaba en el campground Sarah con sus camiones llenos de showbags para vender. Compramos cosas en el Woolies de enfrente y nos fuimos a lo que iba a ser nuestro hogar. Un tráiler blanco, grande, atrás del de nuestros jefes & compañía. Rectángulo sin ventanas, con cuatro puertas en el lado y una en el frente, la del baño sin wáter y con ducha. Primer puerta del lado: La Cocina. Ahora vuelvo a ella. Segunda puerta, el cuarto de Bo, el “hijo” de nuestros jefes de 17 años que parece de 25. Pendejo, trabajador, en la suya. Tercer puerta, en ese momento futuro cuarto de Manu y mío. Última puerta, futuro cuarto de Marcos. Los cuartos son de 1 x 1.5 mts., una cuchetita mínima contra la pared de papel de la izquierda, a su derecha un placard que come parte de la cama, y queda un espacio para caminar de la puerta al mismo. Nada más. El cuarto dura prolijo por segundos, ya tiene todas nuestras cosas, ya están tiradas, ya hay sobres championes y mochilas. 

Empieza el circo al otro día, el show. Juegos gigantes, divertidos, músicas, showbags. Showbags: Solían ser muestras tradicionales y gratis del show, que la gente disfrutaba mucho de recibir. Se empezaron a volver un clásico cada vez más caro, con bolsa, más elementos y hoy puramente comercial. Las hay de muchos characters de dibujitos animados, las hay de chocolates, las hay de videojuegos. Algunas contienen mochilas, gorros, lápices y sellitos. Otras contienen espadas, escudos, dardos y cascos. Otras solo un tipo de chocolate o chicles ácidos. No importa. Trabajamos de 10 a 9 pm, con algunos recreos en el medio cuando está tranquilo. Manu en un tráiler, yo a media cuadra con Tania. Una genia, me hace pasarla bien de bien. La gente, al ser de pueblo, bastante tranquila y simpática. 

Pero el circo no importa. Importa lo que empieza a generarse en esa cocina. Importan los ratos libres que tenemos, mas bien las noches de horas sin trabajo que tenemos, que nos unen en ese espacio sin aire, sin luz del sol, sin espacio, pero con personas. 

Hechos para recuerdo propio: Marcos roba chocolates atrás del tráiler, escucha música y va de aquí para allá. Manú rompe con su reputación saliendo a correr conmigo: Nadie se puede enterar. Vamos a éste parque increíble con tirolesa, se hace de noche, situación de personas extrañas. Como manzana en el woolies con Harrison (hijo chiquito de Sarah), ya nos empezamos a amar.

Desde Candem nos transladamos a Sydney con ellos. Vamos en su auto, el tráiler se empieza a mover con nosotros adentro y nos bajamos corriendo. Siempre salen antes de lo que avisan, o no avisan, son así. Él se llama Goldie, ella Sarah. Sus parientes son Greg (crack), T— y algunos más. Frenamos en Mc Donalds para que desayunen, y seguimos rumbo al nuevo Campground Olímpico. 

El pasto de éste lugar, el lugar, los pájaros. El nuevo campground nos vuela la cabeza, parece mentira estar quedándonos en un lugar así, como sin querer, gratis, trabajando, viviendo, disfrutando. El show juega a 5 minutos en shuttle, y hay uno especial para nosotros que pasa cada diez minutos durante todo el día. En el pre-show no pasa tanto y a la noche nos vamos a tomar unas cervezas por ahí y terminamos volviendo caminando los tres. Media hora o algo así. No es llegar y acostarse, eso nunca, el cansancio no pesa una vez adentro de La Cocina. Llega Toia. La cuarta. Le toca el cuarto con Marquitos y salir a comprar un colchón inflable. 

La Cocina. La Cocina del tráiler nos espanta al principio. Con Manu agarramos el bleach (agua jane) y ese día Manu me da miedo, parece loca. Tira bleach por todas las paredes. Grita, pasa trapos, me río. Yo limpio los placards que vamos a usar. Cubiertos, platos, tuppers.. Todo marcha a la pileta. La heladera es inentrable. Listo, de acá en más decidimos no usar heladera. 
Ese día la odiamos. Hoy ya es parte del todo. 

Llegados de cada noche de circo, nos sentamos cada uno en el espacio que fue encontrando, la mesada de la derecha siempre cubierta de mates, frutas, cuadernos, alguna campera, cargadores, algún tupper, galletas de arroz… Se corre todo como con un tsunami y alguien va ahí. La silla, acá se sienta el elegido, el que volvió primero, temprano, y armó el mate. El balde tipo basurero, estaba lleno de cosas, le sacamos algunas y quedó como con un almohadón. Si te sentás en el balde-sillón, no esperes levantarte mucho ya que no está fácil. El cuarto lugar es el más difícil, podes optar por generar un segundo tsunami en la mini mesada de la derecha, o podés generarte un espacio en lo que queda de mesada del lado izquierdo, donde también está la heladera, la pileta y la sandwichera. O sea que entra tu cuerpo y no intentes abrir las piernas un toque, porque te metiste en la pileta de lleno. Para éste lugar descubrí que lo mejor es tener un apoyo en los pies, generalmente juega la pierna de Marquiros. 

Las cenas. Escasas, un poco insanas, y ni tan interesantes. Pero el después. Un vino, dos vinos, o un pack de cervezas que sí nos animamos a meter en la heladera. Que les pase lo que sea, pero nunca calientes. La luz es muy blanca así que una noche la apagamos, y prendemos  una vela. Y ponemos música y así como si nada nuestras mentes van un poco más allá, nuestras charlas, la guitarra. Nos divertimos, a pesar de estar físicamente incómodos, imaginamos cosas, conectamos, vamos y vamos. Viajamos los cuatro a un lugar, a un estado, a un algo que no puedo describir. Los guruses. 

La apagada de luz se repite noche tras noche, en algunas somos los 4, en otras menos. La Cocina se vuelve atelier de dibujo, estudio de edición de fotos, de grabación de música, se vuelve también escuela, escuela de cultura, de cine, de música, de personas, de lo que significa vivir. Las miradas dicen mucho y las palabras también. La risa. El cebo en la frente, con la vela abajo, nos vuelve una noche guruses, a cada uno, de nosotros, de nuestra unión. Cómo describirías a tu tribu, gurú? Les hice esa pregunta. Ya no me acuerdo las respuestas pero sí que sorprendieron. Fueron saliendo en la noche, en la oscuridad, en la locura.  

Un día de entrar tarde con Marcos, desayuno con música folclórica. Atawalpa Yupanqui?, Gardel, milongas, canto, letras exquisitas. Dibujamos, dibujo La Cocina, Marcos el tráiler. Dibujo ahora en la pared nuestro nombre, “guruses”. Pegamos el dibujo de Marcos en la pared del tráiler. Hogar. 

Hoy terminamos el circo, triunfantes. Fue menos duro de lo que pensamos y muy feliz. Seguimos aprendiendo de estar atrás del mostrador, de ver a los humanos en su rutina, de decidir ésta vez ser un manchine y no escapar del mundo, pero sí cambiar el foco y tomar nota. Éstos días, así como esos en Melbourne, nos llenaron el alma. Parece que éstas personas son de esas que no pasan desapercibidas en mi vida. Son para siempre, sin duda. 

PARA NO OLVIDAR
  • Noche de pegotines en la frente. 
  • Noche de guruses
  • Noche de música mística que nos hace viajar ensimismados. Al más allá. Dj Marcos. 

—— Anécdota ——

Día 1 en el hostel de Sydney después del show. Nos acomodamos en la terraza, dibujamos un dibujo muy flashero, solo para ver de noche. Vamos a nuestra habitación, nos encontramos, tocamos la guitarra, y salimos a lo de las chicas. Todavía no almorzamos así que en el camino nos distraemos con el atardecer en la playa, pero terminamos comprando pan rico, sweet chilli tuna, palta y nos sentamos en un banco en la principal de Bondi, enfrente al Vinnies, a comerlo. Ya anocheció, hace un poco de frío, sacamos la mantita violeta y nos la ponemos sobre las piernas, como mantel. El sándwich está ideal, delicioso, nos saca el hambre y reconforta. Pero más nos reconforta y alegra un australiano que pasa y nos dice algo como.. “Yo ya estuve en su situación, y no es una cena sin vino..” Y nos deja al costado del banco un vino lleno y dos vasos. Increíble. Lo amamos. Compré un chocolate Whittakers de coco para que Marcos pruebe y se complete la noche. Los manchine quedan emocionados y quieren recrear ésta acción en algún lugar del mundo. Felicidad, agradecimiento. Emoción.

Si en la vida tuviésemos que elegir











Si en la vida tuviésemos que elegir una sola cosa entre muchas, reconocer una filosofía entre todas, creer en un solo dios, optar por un solo lugar, ajustarnos a una sola verdad, acompañarnos de un solo círculo, cultivar un único don, mantener un mismo estilo, en fin, elegir un camino construido sólidamente en base a unidades, entonces nuestro ser dejaría de reconocer lo que quiere y pasaría a entender su vida como lo es y simplemente como lo es. 

Dejaríamos, pues, de dudar, porque la elección habría sido obligatoria pero habría sido propia. Dejaríamos de cuestionar, y tal vez algunos valorarían lo que tendrían. Serían estos los sabios o los más lejos de la verdad? 

Hoy de alguna forma existe esto, a mucha distancia de un simple análisis pero ahí está, el seguir un camino sin cuestionar, yendo cada día de la mano de una propia o ajena verdad, mirando el único camino sin ganas o ánimos de levantar la cabeza a un lado. 

Pero por suerte, a mi parecer, existe la oportunidad de elegir, porque el mundo es grande y la naturaleza mucho más sabia de lo que sabemos, y si el camino por delante nos gusta pero no nos termina de convencer, siempre están los paralelos y los cruzados y siempre siempre se puede caminar de espaldas o de costado, con o sin mapas en la mano. 


Y sigo sin entender quién es más sabio, si quien logra encontrar la felicidad en la ignorancia o quien la busca frenéticamente e infinitamente en cada camino que intuitivamente le llama la atención.

2 de Noviembre I 2016 - Yendo de Port a Noosa