sábado, 23 de junio de 2012

hasta wellington, parte II.


Estaba orgullosísimo de su camión de última tecnología. Yo me reía y me acordaba del tano y mis hermanos cuando me contaba que si él marcaba una velocidad determinada el camión andaba sin que tenga que apretar el acelerador ni nada. Es para que no le pongan multas cuando hay límites de velocidad. Tal cual aquel capítulo de Los Simpson, el camionero “el rojo” y su secreto. Jaja. Obviamente le expliqué el capítulo. Me pidió anotara mi nombre para agregarme a Facebook y nombres de bandas de Uruguay. También me recomendó en el camino al sur frenar a comer langostinos en un puesto sobre la playa antes de llegar a tal ciudad.

Me dejó en Norsewood, se bajó a ayudarme a bajar y me pedía “be safe”, que no haga más dedo o que haga sólo a parejas. Y así lo hice sólo a parejas, como siempre, pasa que siempre me frenaron hombres. Busqué el mejor lugar para pararme, no en curva y con espacio para frenar. Frenó una pareja de viejos, al fin, pensé yo. Estaban yendo al hospital a hacerse un chequeo general, super orgullosos de su Nueva Zelanda. Tenían hijos, algunos en Australia y otros en el sur. La mujer no hablaba o hablaba bajísimo. Se llamaban Richard y Kelly o algo así.

Ya al mediodía me dejaron en un pueblo de mala muerte en el cruce de dos rutas distintas que llegan a Wellington. Fui al baño público y de distraída casi me meto al de hombres y justo sale un señor y me choco. Voy al baño, como una manzana y voy a averiguar qué ruta me conviene. Decido que pruebo un ratito y sino me tomo un ómnibus. Apenas empiezo a hacer frena una pareja de veteranos. Buena, pienso yo, de nuevo. Nunca levantaron a nadie ni pensaban hacerlo pero resulta que el hombre fue el que me choqué en el baño y por eso me habían visto y les había caído bien. Charlé como siempre de Nueva Zelanda, de Uruguay, pero me di cuenta estaban paranoicos con que hiciera dedo. Esta vez era a la inversa, ella hablaba mucho, él no hablaba.

Fuimos por una ruta panorámica que acababa de inaugurarse ya que se había derrumbado una pared de rocas y la habían cerrado. Estaba divina, un río y muchos puentes y montañas. Empezó a nublarse. Ellos iban hasta Palmerston North y volvían a su pueblo. Me llevaron hasta la terminal de ómnibus y me hicieron jurarles que me iba a tomar uno. Les dije que sí pero no les convenció y bajaron atrás mío. Intentaron pagármelo a toda costa, pero no había forma. Qué locura. Yo pensaba que mamá los hubiera abrazado. Medios psicópatas, te diré, pero bueno, lograron su objetivo y yo me compré el pasaje a Wellington y un sándwich. Recargué mi botella de agua y esperé.

Ya en el ómnibus pensé que estuvo bien, empezó a llover. El camino era divino, todo una cordillera a la izquierda y a la derecha planicie. Casas cada tanto, todas arregladas, siempre. Me senté adelante para ver bien el camino.

Llegué a eso de las 5, como anunció el conductor, estaba helado. La estación era alucinante y ya había hablado con las chicas y estaban buscando backpacker donde quedarnos. Las contacté y me pasaron una dirección, me dijeron que me venían a buscar pero caminé hasta ahí, en el camino por la ciudad del viento pregunté un par de veces y una india me acompañó hasta casi destino, vivía acá hacía 10 años. Me encontré con las chicas!, pagamos el hostal y a bajar valijas. Nos actualizamos un poco y dimos unas vueltas, es lindo Wellington, muy lindo y muy ventoso. A las 6 teníamos algo de comer gratis en el bar del bckpck, eran macarroni & cheese, pero muy pocos.

Nos bañamos, vestimos, y fuimos en búsqueda de noche. Nos dio hambre, pasamos por Burguer, lloviznaba de a ratos, de a ratos no tanto. Tras caminar y preguntar (después de entrar al Cosmic) llegamos a una callecita de bolichitos muy buenos. Todos tranquis. Empezamos por una cervecería. Cada una probó una cerveza. Ricas pero caras. Después de un rato nos fuimos a buscar algo más movido.

Entramos a un bar dónde había bastante gente y al rato se armó baile. Se sentó en nuestra mesa una borracha borracha, de 30 y algo de años q en su estadito nos contó q había venido de Auckland a Wellington a saludar a la gente. Y nos decía hiiii y movía la mano tipo saludo. De repente escuchaba canciones y cerraba los ojos y cantaba gritando, nosotras nos hicimos una fiesta mirándola, no podíamos reírnos tanto. Me regaló un tequila, no sé si fue porque me escuchó que yo decía en broma a las chicas que ahora nos invitaba a todas un trago.

Después llegó un grupo de marines de EEUU con los que nos colgamos a hablar. Eran jóvenes de alrededor de 22 años, vivían en Hawaii pero viajan por todo el mundo, eso es lo bueno. Brian estudiaba música en la facultad pero no le dio la plata para pagarse toda la carrera y por eso entró en la Marina. Igual ahora estaba muy contento. Me contó que su mamá era de las Filipinas y su papá era marino. En uno de sus viajes su mamá quedó embarazada y nunca más lo vio.

Fuimos todas a bailar, charlar, tomar, bailar. Hice competencia de bailes raros con un marin, lo que me reí !! Después llegaron los chicos que acababan de llegar del norte, Edu (big bro, Cordo, Cordi), el Tano (tanito), Feche, Leo y el negro. Todos argentinos, de córdoba o Jujuy.

Seguimos la noche con ellos, el latinaje junto, siempre. Estuvo bueno. Había un freakie vestido de satán-dios. Todo de negro con capa negra, cuero, tachas, cruces y un gorro negro como de gnomo. Jajaja. A eso de las 3 y pico nos fuimos a dormir (no sin antes pasar por Mc), éramos los únicos que quedaban en el boliche, los latinos.

Al otro día recorrimos caminando, comimos en Mc Donalds, para variar. Fuimos al “Te Papa”, un museo gratis alucinante. Había de todo, desde películas medio interactivas hasta sala de juegos para niños donde podías dibujar cosas maoríes. Mostraban las dos historias, la maorí y la inglesa. A las seis teníamos cena en lo de una conocida del papá de Viru. Pensamos que era cerca asíque un rato antes salimos para comprar postre y vino. Nos perdimos, obviamente, y era lejos. Asique llegamos tarde.

Gaby y Dani, unos divinos. Nos esperaron con cervecitas y copetín, charlamos mucho y pasamos a cenar pizzas deliciosas. La verdad disfrutamos muchísimo la cena. Ellos viven acá desde hace 10 años, se vinieron después de la crisis de Argentina. Él es arquitecto y al principio le costó por el inglés pero ahora le va muy bien. Nos contaba que acá la casa más barata o de gente de pocos recursos sigue siendo una casa grande. Y ahora piensa buscar también trabajo en Australia donde pagan demasiado. La hija piensa volverse a vivir a Córdoba aunque ahora la ve más difícil ya que estudia para ser guía o profesora de buceo.

Comimos el postre y ya era tarde, con mucho sueño nos volvimos al backpacker y a dormir. Decidimos que al siguiente día cruzábamos al sur en el ferry de las 2 de la tarde. 

miércoles, 20 de junio de 2012

libretita verde, de Napier a Wellington

Miércoles 13 de junio.

Me levanté a eso de las 8.30 para aprovechar el día y el desayuno gratis. Luego de guardar el sobre de dormir y armar la mochila me fui a hacer un té con tostadas con manteca y mermelada. También comí cereales y alguna otra cosita.

Entregué las sábanas y llave y me fui a la rambla, a la puerta del i-site a probar suerte. Me levantó un hombre kiwi también en una camioneta familiar. Era capitán de un barco pero ahora había puesto un negocio en Napier. Conocía Uruguay como exportador de carne y por fútbol. Me preguntó si jugábamos al rugby y le conté un poco.  De capitán recorrió muchas partes del mundo y, tras yo contarle que me gustaría ir a Sudáfrica un tiempo, me contó que ahora el ambiente estaba mucho más complicado ya que dejaron de controlar como antes la situación. Obviamente le conté de papá y me acordé mucho de él, el capi.

Me llevó hasta Hastings, una ciudad muy cerca de Napier. Se desvió de su camino para dejarme en una ruta más directa hacia Wellington que la que cruza la ciudad. El lugar donde bajé era medio despoblado pero pasaban muchos autos. Tenía a mis espaldas vacas mujiendo y enfrente un cementerio.

Tras un rato me para un camión enorme. Un maorí que daba miedo me dice que en realidad frenó porque no puede ser q una mina esté haciendo dedo sola. Lo observo un poco y me doy cuenta que es bueno. Me subo, unas escaleras altísimas y yo con mi mochila.

Brazo tatuado, grandote, de lentes negros. Se llama Edd. Me pregunta por mí y me cuenta que su camión es de última tecnología. Que hace un tiempo trabaja de esto pero que en realidad le está sacando mucha panza porque ni se mueve, y piensa volver a su trabajo de toda la vida de esquilar ovejas. Me cuenta de las ciudades de Nueva Zelanda, de qué le gusta y qué no, y que el único lugar al que viajó fue Australia. No le gustó porque en el agua no se podía ni meter por el peligro y él hace surf, como toda su familia.

Es de un pueblo de cerca de Hastings, pero más al sur. No me puede acercar mucho pero sí hasta donde él va, Norsewood, a una hora de Hastings. Le cuento que en unos meses viene mi hermana, me pregunta si es de mi tamaño y se ríe. Es un genio. Quiere saber cosas, nombres de mi familia, quiénes somos. Ellos son 11 hermanos y él es uno de los más chicos. Le digo que por eso debe ser mimado. Se ríe. Le encanta jugar al rugby los sábados con los amigos.

Frena para comprarse un pie. Me trae un chocolate cadbury de un gusto nuevo. Yo le había contado que era adicta al chocolate y él que no comía azúcar porque es muy mala. Sólo salado. Amé esa tableta de chocolate!!! Me dijo que de verdad no siga haciendo dedo sóla, que es peligroso y que no me suba nunca sólo con un hombre. Charlamos y charlamos y la verdad que la pasé muy bien. Me mostraba la música que escuchaba y me decía que el rap no le gustaba porque en las letras siempre puteaban. 

libretita verde, en Napier.


Dejé la mochila en la habitación n8 y salí cámara en mano a recorrer. La ciudad muy muy linda, sobre la playa de arena Pedroza negra, rodeada en un lado por montañas verdes con casas reposando de espaldas al sol. En el centro todo es art decó, nuevo, restaurado o viejo. Todo cuidado, estéticamente equilibrado, lindo. Todo es divertido de mirar, de conocer. No hay carteles o locales que rompan con la estética antigua.


     Conocí los edificios recomendados y algunos otros sobre la playa.





El sol me decepcionó bastante ya que se fue gracias a la montaña se fue un poco antes de lo pautado y ya oscureciendo volví al hostal a bañarme y descansar. Mis compañeras de habitación eran 2 inglesas, una de Liverpool y otra de por ahí cerca. Pasaron las horas hablando de problemas de hombres que por lo que veo son los mismos en todo el mapa.





Me bañé temprano y investigué en el mapa las rutas para el viaje de mañana. Agarré mi cuadernito, sopa y galletitas y me fui al estar del backpacker a escribir. Mientras me hacía un té charlaba con un indio que está acá hace 5 años y piensa estar 10 para conseguir la nacionalidad y después irse a Australia. También quiere traer a sus padres de la India.

Me fui a sentar. Escribí, con el té calentito en las manos. Fue un placer. Vi algunos otros huéspedes ir y venir, charlar. Se notaba que muchos estaban hace tiempo, algunos trabajaban y otros buscaban trabajo. Había muy poca gente, no estamos en época de Napier, hace frío. Comí galletitas de limón. Pasaron un par de horas y me hice la sopa de verduras mientras seguía escribiendo.

Temprano temprano me fui a acostar, revisando primero los planes de mañana. 

libretita verde, de Rotorua a Napier.


Luego de una larga tomada de chocolate caliente respondió por fin mi amigo Shane (Cheynne). Diciendome que me pasaba a buscar por donde estuviera, me hizo sentir a salvo. A eso de las 7.30 (noche cerrada en NZ) llegó con dos compañeras del trabajo a las que tenía que dejar en sus casas.

En el momento que me subí al auto estoy segura de que palidecí. Mi cerebro decía: con quién estás, yendo adónde, lo conociste hace muy poco, mirá si la mamá o él están locos. Mi ser decía, tranquilízate, lo conoces y confiás en él, déjate llevar un poco, un poquito.

Compramos unas cervezas y seguimos rumbo a la casa, un camino largo y sumamente oscuro. Shane me explicaba que estábamos rodeando el lago, y yo con mi conflicto interno no podía disfrutar demasiado. Al fin llegamos.

Llegamos a la casa, qué momento. Como la mayoría de los hogares neozelandeses, era de madera estilo prefabricada y con un toque del sur de EEUU. Estaba la mamá adentro, cocinando Karen. Una diosaza. Rubia color ceniza, de ojos claros y cara curtida. Me ofreció muchas cosas e hizo sentir como en casa.

Miramos un rato de TV hasta que estuvo la cena y comimos en los sillones mirando también TV. Series como “desesperate housewives” o “revenge”. A Karen le gustaban y Shane las odiaba, yo me reía de sus peleas amistosas y por lo bien que se llevaban. Como amigos.


Te cuento un poco de Shane. Es un kiwi (en realidad es australiano) super eléctrico. Lo conocimos en la packhouse donde iba todo el tiempo a mil y no se aburría de ayudar a los demás. Todo empezó cuando él me hizo una broma de lo bajita que era. Así de a poco fuimos agarrando confianza, y con el resto.

Me contó que tiene 29 años y dos hijos, Gemma y Cruz. Chiquitos. Que la mamá de sus hijos está loca y que los ve muy poco y extraña muchísimo. Es muy atento y se ve desde lejos que es buena persona. Cuando nos veía cara rara no dudaba en preguntar si estábamos bien e intentaba hacernos sonreír.

Fue así que cuando le conté de mi partida sola lo primero que hizo fue invitarme a su casa. Una semana, me dijo primero. Así vamos a pescar y te llevo a recorrer de verdad. Noo, le dije. Entre que tú estás trabajando y yo tengo que llegar al sur en una semana mejor solamente te visito un día. Pero quédate en casa.. No sé, veremos.


La cena estaba buenísima a no ser porque el elemento principal era el pollo, acompañado de arroz, papas, brócoli y alguna otra verdura. Como buen hijo Shane se quejó del brócoli. A mi me dijeron un millón de veces que comiera solo lo que quisiera. Y así lo hice. Me dio un poco de vergüenza el dejar el pollo pero el plato era enorme y todos dejaron bastante.

Cada tanto salía a acompañar a Shane a fumar, una de las veces cruzamos la callecita hasta un descampado que daba al lago. No había más que oscuridad ya que la luna no nos acompañaba y no había muchas casas alrededor. Sin luces en las calles o los típicos lugares, nada.

Las estrellas sí que estaban todas y en su mayor esplendor. El ruido, la canción del agua, y las estrellas.

Me ofrecieron bañarme pero me daba frío. Todo el tiempo me ponían la estufa en los pies, todo, llegué a tener calor.

Me instalé en el cuarto de la hijita aunque me ofrecieron cambiar con Shane por si hacía mucho frío y me llevaron la estufa. Mucho rosado. Dejé el celular y la linterna debajo de la almohada y me quedé de sobremesa escuchando música y charlando hasta que para variar me quedé dormida en el sillón y me levantó para que me fuera a dormir.

Metí el sobre adentro de la cama ara anular el frío y verdaderamente dormí perfecto. No me desperté ni una vez ni tuve frío. A las 6.30 me levanté, armé la mochila y tomé un té de desayuno con Shane. Saludé a Karen y le agradecí muchísimo. Me repitió muchas veces que nunca me sienta sola en NZ ya que siempre tendré lugar en su casa.

(Pausa: Ahora estoy en un hostal en Napier y dos inglesas comen mandarina tomando vino, rarísimo)

Shane me dejó en la estación de ómnibus con un fuerte abrazo y un “nos volveremos a ver”.

 Averigüé y el próximo ómnibus salía a las 10 y pico y todavía eran las 8. Me conecté y se hicieron las 9. Seguía sobrando tiempo y por si las dudas fui hasta la ruta a hacer dedo, solo a mujeres o a parejas como me aconsejó Karen. A los 15 minutos paró un hombre al cual no le hice dedo pero lo había visto en la estación por lo que sabía que quería un viaje. Se llamaba Tim o Jim, era neozelandés y me hizo acordar un poco a Álvaro Ribas. Me subí porque tenía una camioneta tipo familiar.

Le conté un poco de mí y obviamente casi no conocía Uruguay, sólo de nombre.

Me contó que él no había estudiado de joven (como la mayoría) y que había decidido estudiar ahora algo así como consejero matrimonial (ahí pensé que capaz estaba medio loco obsesivo con algo) y consejero de niños conflictivos (ahí me tranquilicé).

Que tenía dos hijos, uno de 23 casado que se iba en breves a trabajar a Australia y luego su familia.

Estuvo casado durante 20 años con una mujer cuya familia era de la Polinesia y la venía a visitar muy seguido. Parece que su casa estaba siempre siempre llena de gente y eso lo cansó. Ahora son amigos y ambos se volvieron a casar.

Él trabaja viajando por NZ, una semana viaja, la otra vive en Auckland. También toca la batería en una banda. Hasta el año pasado tocaba con su banda de hace 18 años en pubs, restaurantes y fiestas. Por su trabajo y por otro de la banda se tuvieron que separar. Canoso de ojos y piel clara. Se pasó de su destino por ir a llevarme hasta el centro. Me dejó frente a McDonalds por si quería almorzar sobre el lago. Justo me llegó un mensaje de que las chicas estaban frente a Mc, en el lago. Increíble.

n  Tim me contaba que casi no había salido de NZ pero que quería visitar a un amigo en Canadá desde hace tiempo. No va porque es muy caro. Yo le dije que se lo ponga como un objetivo porque sino nunca o iba a hacer y que imposible no era.

Terminé de desayunar con las chicas en una mesita frente al lago de Taupo. Divino. Montañas nevadas de fondo, café en las manos y patos en el lago. Después de ir al baño y lavarnos los dientes en Mc (como siempre) partimos en el auto a recorrer un poco.

Fuimos a un parque natural donde había un río de agua de color increíble y que corría con una fuerza demencial entre grandes paredes de rocas. En un momento desembocaba como catarata en un enorme lago cristalino. El camino lo cruzaba un puente y lo costeaba.

Después recorrimos un par de lugares, y ya frustradas porque todo era muy caro, llamamos a averiguar a un lugar de piscinas termales. Nos gustó el panorama. Resultó que por 200 dólares teníamos alojamiento para 5 y acceso a las pisinas hasta las 9.30pm. Pero por 100 había para 4, por lo que yo decidí dormir en el auto y así nos pusimos el bikini y al agua. El agua hervía. Eran piscinas en el medio de árboles, de vegetación, de selva. El agua enía de debajo de la tierra y tenía que ser enfriada. Había un super tobogán al que inauguramos. Éramos niñas en algunos momentos y jubiladas en otros, recostadas horas sobre los chorros de agua de ojos cerrados.

Cenamos fideos con salsa 4 quesos cocinados en una “olla eléctrica” o algo así. No teníamos otros utensilios! Muertas de sueño nos fuimos a dormir.

Hoy 8.30 arriba, a hacer los bolsos y decidir adónde ir. Yo me decidí por Napier y las chicas por el este. Sigo con mi pedacito de ruta sola, esta vez separada de verdad. ME dejaron en el i-site y averigüé el ómnibus más próximo. Era a la 1.05, y eran las 10. Me fui a Mc para conectarme un poco a internet y a las 11 fui a recorrer el lago. Bajé a la mini playa y saqué un par de fotos. Fui al pack n save a comprarme agua, 2 manzanas y unas galletitas, no sin antes comerme mi sándwich en la mesita frente al lago.

Subí al ómnibus. El conductor cada tanto contaba historias sobre lo que veíamos. Dicen los maoríes que esas montañas son una mujer embarazada, pero hay otra leyenda que bla bla. Los paisajes variaron, siempre muy lindos y montañosos. A veces verdes y a veces terracotas. Esos me encantaron. Los secos con bordeaux y colores crema, amarillos (se está poniendo frío) De a ratos me dormí y de a ratos miré.

Me hacían acordar mucho a mamá. Los colores, las plantas. Terracotas. Mamá.

Llegué a Napier con mi “lonely planet” en la mano en búsqueda de un backpacker. Entré en el primero que me recomendaba l libro, con una estética muy Art Decó, sobre la peatonal de la mini ciudad. (Criterion Art Deco Backpacker)

lunes, 18 de junio de 2012

libretita verde, principios de Junio.


(escrito en la libretita verde comprada de a dos con mi hermano Andru)

Hola hermani, acá empieza nuestra comunicación y el relato de un viajecito que está comenzando.

Está anocheciendo y yo en un banco de una vereda de Rotorua. A ver. Hoy de mañana salimos desde nuestra casa en el Monte en un auto hacia el sur. Éramos 5, las tres uruguayas o las tres “Marías” y nuestras hermanas cordobesas.

Hace un tiempo vengo pensando en viajar un tramo sola, en aprender a estar y a hablar un poco conmigo sin tener que encontrar algo que hacer. Es muy difícil mirarse un rato largo al espejo, a los ojos. Cuando me di cuenta de eso me dio miedo el hecho de empezar a perder contacto conmigo misma, empezar no, sino el entenderlo.

Creo que hace un tiempo, unos años, hablaba conmigo todo el tiempo, me conectaba, me contestaba.

Lo recuerdo más que nda en Punta del Diablo, donde podía pasar horas en las rocas o el deck de la casa, sin nada que decir pero con mucho por adentro. y entendiéndolo.

Hace unos años me llené de actividades, no sé si por hiperactiva o por ocupar el tiempo, pero terminé sin el mismo, sin el espacio del silencio.

Y me acostumbré,
me acomodé al movimiento rápido, a las juntadas, corridas y responsabilidades.

Y me gustó. Porque qué más lindo que el cerebro ocupado, sin tiempo de reprochar o de ver, mirar? No digo no estar contenta con mi vida, me encantaron las cosas que hice y hago, pero creo en algo más y creo que tu lo entendés.

Creo en un equilibrio, ese equilibrio que la ciudad me estaba ayudando a dejar de lado, y que tanto imaginé de chica.

Pues por esto hoy me bajé del auto, literalmente, en Te Puke, y luego de encontrarme por encomienda del dstino con mi hermanita Carito Martínez, emprendí mi viaje sola y a dedo hacia el sur. Eran las diez de la mañana en la esquina de la ruta y la n1 road cuando me levantó un hongkonés llamado Savio. A las 12 estaba en Rotorua. Savio iba hacia Taupo, la siguiente ciudad.

Viaja solo desde hace 4 meses. Decidió viajar ya que en Hong Kong era enfermero e iba a buscar un trabajo mejor, a cambiar, y eso implicaba en su cabeza algo para toda la vida, asentarse. Se sintió muy joven (26 años) y acá está. Me dejó en el centro al mediodía habiéndome pasado antes su celular para avisarle cuando pase por Taupo.

Con mi mochila al hombro caminé hacia el lago, un lago lindísimo con cisnes negros y montañas de fondo. Almorcé sentada en el muelle, yo y mi soledad, y debo admitir que me cuestioné sobre lo que estaba haciendo.

Empezó a lloviznar y me encontré de vuelta con las chicas. Caminamos bordeando el lago hasta llegar a unas grutas de aguas termales, muy muy calientes. Un paisaje de colores pasteles, el agua del lago blanquecina y azul contra esas estructuras arenosas-blancas, pedrozas, secas.

A las 3 ellas partieron hacia Taupo. Yo me encontré por casualidad con Flor, una argentina que conocimos en el trabajo y ahora viaja sola. Fuimos a un museo muy bueno donde entendí algunas cosas sobre la historia y cultura maorí.

A las 5 y poco Flor se fue a la casa donde hace coach surfing. Yo me fui a buscar mi mochila al i-site y aquí estoy, ahora en un “turquish coffee” muy muy lindo, tomándome un chocolate caliente y escribiéndote-les-me.

Hoy capaz me quedo en la casa de Shane, un muy amigo de la packhouse, kiwi, muy buena persona. Todavía no salió de trabajar pero hace unos días me invitó e insistió en que me quede en su casa sobre el lago Rotorua. Se está haciendo de noche y digamos que estoy un poco a la deriva, porque Shane no puede usar cel en la pack y porque tampoco me decido por ir a un backpacker.
Ya veremos.

Por el vidrio del café veo el reflejo del dueño sirviendo las cosas. Cuando me acerqué al mostrador vi sobre él “amanzalocos”, aquellas cosas que trajeron papá y mamá de Grecia, y me quedé tranquila. Solo espero ellos estén tranquilos. Que disfruten de esto, como yo. En este momento siento algo extraño, una incertidumbre e no saber qué va a pasar, de no estar con nadie.

Extraño, como otros días, algunas compañías. La situación cotidiana de cenar con mi familia, de compartirlo casi todo de alguna forma. Extraño la compañía incondicional y continua de Vaqui. El toque divertido y no rutinario de la juntada con amigas.

Tengo un hermano acá. Un hermano mayor. O dos. O tres.

El primero y principal es Edu, el cordo. Me pidió que me reporte todos los días para saber que estoy bien por lo que le acabo de mandar un mensajito. Es un tipo my simple, muy bueno. Muchas veces le gana la vagancia a la voluntad pero suele ser activo si las cosas le divierten. Como su apodo dice, es cordobés, diría que más de las afueras. Tiene 31 años que solo se le notan en las entradas. 


Vivimos estos dos meses con él y nos encariñamos muchísimo. Siempre está bien, tranquilo, sonriente, con su buzo de capucha azul y su compu. Fue el encargado de la TV en la casa, tiene un millón de películas y la temporada entera de Los Simuladores, que mirábamos casi todas las noches. Si bien es buenazo y se nota nos quería y nos quiere, es nulo en cariño, contacto. Hace unos años se le murió la madre de cáncer pero en realidad nunca habló del tema. Tiene dos hermanos y una hermana y es ingeniero industrial. Se hartó del trabajo, la rutina y el estrés y se vino. Ahora piensa ir a Asia, seguir por Europa y bajar desde México pasando por todo América Latina.

No sé, realmente lo voy a extrañar al cordito. Creo que lo que más me llevo de él hoy es que nunca es tarde, que siempre siempre podemos ser niños. Y que quien tiene las certezas es quien se equivoca. 


Últimos días en el Monte.

Los últimos días en el Monte nos dedicamos a pocas cosas. Lo subimos, por fin, al monte tan lindo sobre la playa y la ciudad. Caminando, oscureciendo.































Fuimos a un tipo de fiesta en la casa de nuestra amiga hongkonesa Yemmei y sus amigas asiáticas. 









El viernes fue la última latina. Hicimos previa en casa con Tayla y ahí nos encontramos con toda la gente. Se hizo en el lugar de enfrente porque era más grande. Los de la 12, los amigos de Gon, los cajeros, el morocho, Rafa, tutti la gente, tutti. Muy divertido. 


Nos vimos bastante con los de la 12 ya que trabajan de noche y nosotras ya no teníamos más que hacer. Su casa era un desastre porque la Toti se fue a Asia. 


Yo venía pensando en hacer un tramito de viaje sóla y empecé a consultar a mis mayores como Edu o Pablito sobre el dedo en Nueva Zelanda. Me dieron para adelante con toda diciendo que si algún día lo quería hacer este era el lugar y el momento adecuado ya que no había país tan seguro. 


Nos compramos un auto entre las 5 a un argentino que lo tenía muy lindo. La honda Odissey. El lunes temprano la cargamos toda y me tiraron en Te Puke. Cuántos bolsos en esa camioneta. 

martes, 5 de junio de 2012

lunes 4 de junio , Mt Maunganui


lunes 4 de junio de 2012.

Estos días pasó de todo un poquito. Después de la echada del trabajo quedamos raras, con esa incertidumbre y sensación de injusticia. Vimos un auto para comprar de un uruguayo y un francés que resultaron estar viviendo en el mismo lugar que nosotras, y nos dijeron que en East Pack estaban buscando gente, pero que había que aplicar hasta las tres de la tarde y ya eran las tres. Era domingo y el lunes era feriado por lo que recién íbamos a poder ir el martes a buscar trabajo y nos pareció muy lejano. Decidimos ir en el momento y probar. Nos tomaron los datos y dijeron que fuéramos al día siguiente a hacer el recorrido. Hoy es el día siguiente, fuimos y ya firmamos un mini contrato para estos días que nos quedan acá. La empresa es super similar a Seeka. El lugar del almuerzo es más lindo ya que hay espacio al sol, hay tres líneas de trabajo y las máquinas son muy parecidas.

Ayer tuvimos un fogón en la playa, las chicas nos contaron que en Seeka todos preguntaron por nosotras, que las chinis se querían morir. En el fogón nos encontramos muchos del trabajo y otra gente, la del camping. Guitarra, cervezas y charlas.








Hoy ya es martes, tuvimos nuestro primer día de trabajo en East Pack. Como somos “cassual” tenemos que ir todas las mañanas y si precisan gente te hacen entrar y sino no.  Están precisando gente y entramos a la línea 1. Uf, qué velocidad. Es una máquina que conocemos pero que nosotras en la línea 2 de Seeka nunca usamos, es una locura y fue muy rápido pero estuvo bueno. El tema de los recreos es distinto, son dos recreos de media hora y uno de quince, también te dan café y té.  Nos juntamos todos los recreos con un grupo de chicos argentinos que habíamos conocido en la previa de un amigo de Seeka, Gon. Son unos geniazos, Javier, Juan, Juan (Brown) y Franco. En este momento estamos decidiendo temas de viaje, ida al sur, etc.

En East Pack. Toia y la hace cajas: riña. Belén tiene un stacker brasilero. Mi stacker maorí piensa que gusto de él o gusta de mí. Jaja.

Hoy con Toia después del trabajo fuimos al gym, el resto se quedó mirando una película en los sillones del estar porque afuera llueve mucho, está ideal. A la llegada del gym estaba el Cordo tocando el trombón y mientras algunas se bañaban, Viru charloteaba con el Tano y Toia cocinaba, yo intentaba sacar canciones que el Cordo tocaba. (9na sinfonía, no t va gutar, la vela, imagine, etc)

Nuestro día libre del lunes lo pasamos durmiendo un poco, al mediodía fuimos hasta Tauranga, después nosotras tuvimos la introducción a la empresa y las chicas limpiaron la casa. De tarde-noche vinieron el Negro y Jorgito y estábamos en casa todos incluido Pablito. Encargamos pizzas de pizza hutt, éramos 9 y cada uno puso 5 dólares para una pizza. Agus y el negro fueron hasta ahí y justo habían 9 gustos asique pidieron una de casa uno. Intentamos mirar un par de películas pero nos colgábamos charlando.