Me levanté a eso de las 8.30 para aprovechar el día y el
desayuno gratis. Luego de guardar el sobre de dormir y armar la mochila me fui
a hacer un té con tostadas con manteca y mermelada. También comí cereales y
alguna otra cosita.
Entregué las sábanas y llave y me fui a la rambla, a la
puerta del i-site a probar suerte. Me levantó un hombre kiwi también en una
camioneta familiar. Era capitán de un barco pero ahora había puesto un negocio
en Napier. Conocía Uruguay como exportador de carne y por fútbol. Me preguntó
si jugábamos al rugby y le conté un poco.
De capitán recorrió muchas partes del mundo y, tras yo contarle que me
gustaría ir a Sudáfrica un tiempo, me contó que ahora el ambiente estaba mucho
más complicado ya que dejaron de controlar como antes la situación. Obviamente
le conté de papá y me acordé mucho de él, el capi.
Me llevó hasta Hastings, una ciudad muy cerca de Napier. Se
desvió de su camino para dejarme en una ruta más directa hacia Wellington que
la que cruza la ciudad. El lugar donde bajé era medio despoblado pero pasaban
muchos autos. Tenía a mis espaldas vacas mujiendo y enfrente un cementerio.
Tras un rato me para un camión enorme. Un maorí que daba
miedo me dice que en realidad frenó porque no puede ser q una mina esté
haciendo dedo sola. Lo observo un poco y me doy cuenta que es bueno. Me subo,
unas escaleras altísimas y yo con mi mochila.
Brazo tatuado, grandote, de lentes negros. Se llama Edd. Me
pregunta por mí y me cuenta que su camión es de última tecnología. Que hace un
tiempo trabaja de esto pero que en realidad le está sacando mucha panza porque
ni se mueve, y piensa volver a su trabajo de toda la vida de esquilar ovejas.
Me cuenta de las ciudades de Nueva Zelanda, de qué le gusta y qué no, y que el
único lugar al que viajó fue Australia. No le gustó porque en el agua no se
podía ni meter por el peligro y él hace surf, como toda su familia.
Es de un pueblo de cerca de Hastings, pero más al sur. No me
puede acercar mucho pero sí hasta donde él va, Norsewood, a una hora de
Hastings. Le cuento que en unos meses viene mi hermana, me pregunta si es de mi
tamaño y se ríe. Es un genio. Quiere saber cosas, nombres de mi familia,
quiénes somos. Ellos son 11 hermanos y él es uno de los más chicos. Le digo que
por eso debe ser mimado. Se ríe. Le encanta jugar al rugby los sábados con los
amigos.
Frena para comprarse un pie. Me trae un chocolate cadbury de
un gusto nuevo. Yo le había contado que era adicta al chocolate y él que no
comía azúcar porque es muy mala. Sólo salado. Amé esa tableta de chocolate!!!
Me dijo que de verdad no siga haciendo dedo sóla, que es peligroso y que no me
suba nunca sólo con un hombre. Charlamos y charlamos y la verdad que la pasé
muy bien. Me mostraba la música que escuchaba y me decía que el rap no le
gustaba porque en las letras siempre puteaban.
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