lunes, 18 de junio de 2012

libretita verde, principios de Junio.


(escrito en la libretita verde comprada de a dos con mi hermano Andru)

Hola hermani, acá empieza nuestra comunicación y el relato de un viajecito que está comenzando.

Está anocheciendo y yo en un banco de una vereda de Rotorua. A ver. Hoy de mañana salimos desde nuestra casa en el Monte en un auto hacia el sur. Éramos 5, las tres uruguayas o las tres “Marías” y nuestras hermanas cordobesas.

Hace un tiempo vengo pensando en viajar un tramo sola, en aprender a estar y a hablar un poco conmigo sin tener que encontrar algo que hacer. Es muy difícil mirarse un rato largo al espejo, a los ojos. Cuando me di cuenta de eso me dio miedo el hecho de empezar a perder contacto conmigo misma, empezar no, sino el entenderlo.

Creo que hace un tiempo, unos años, hablaba conmigo todo el tiempo, me conectaba, me contestaba.

Lo recuerdo más que nda en Punta del Diablo, donde podía pasar horas en las rocas o el deck de la casa, sin nada que decir pero con mucho por adentro. y entendiéndolo.

Hace unos años me llené de actividades, no sé si por hiperactiva o por ocupar el tiempo, pero terminé sin el mismo, sin el espacio del silencio.

Y me acostumbré,
me acomodé al movimiento rápido, a las juntadas, corridas y responsabilidades.

Y me gustó. Porque qué más lindo que el cerebro ocupado, sin tiempo de reprochar o de ver, mirar? No digo no estar contenta con mi vida, me encantaron las cosas que hice y hago, pero creo en algo más y creo que tu lo entendés.

Creo en un equilibrio, ese equilibrio que la ciudad me estaba ayudando a dejar de lado, y que tanto imaginé de chica.

Pues por esto hoy me bajé del auto, literalmente, en Te Puke, y luego de encontrarme por encomienda del dstino con mi hermanita Carito Martínez, emprendí mi viaje sola y a dedo hacia el sur. Eran las diez de la mañana en la esquina de la ruta y la n1 road cuando me levantó un hongkonés llamado Savio. A las 12 estaba en Rotorua. Savio iba hacia Taupo, la siguiente ciudad.

Viaja solo desde hace 4 meses. Decidió viajar ya que en Hong Kong era enfermero e iba a buscar un trabajo mejor, a cambiar, y eso implicaba en su cabeza algo para toda la vida, asentarse. Se sintió muy joven (26 años) y acá está. Me dejó en el centro al mediodía habiéndome pasado antes su celular para avisarle cuando pase por Taupo.

Con mi mochila al hombro caminé hacia el lago, un lago lindísimo con cisnes negros y montañas de fondo. Almorcé sentada en el muelle, yo y mi soledad, y debo admitir que me cuestioné sobre lo que estaba haciendo.

Empezó a lloviznar y me encontré de vuelta con las chicas. Caminamos bordeando el lago hasta llegar a unas grutas de aguas termales, muy muy calientes. Un paisaje de colores pasteles, el agua del lago blanquecina y azul contra esas estructuras arenosas-blancas, pedrozas, secas.

A las 3 ellas partieron hacia Taupo. Yo me encontré por casualidad con Flor, una argentina que conocimos en el trabajo y ahora viaja sola. Fuimos a un museo muy bueno donde entendí algunas cosas sobre la historia y cultura maorí.

A las 5 y poco Flor se fue a la casa donde hace coach surfing. Yo me fui a buscar mi mochila al i-site y aquí estoy, ahora en un “turquish coffee” muy muy lindo, tomándome un chocolate caliente y escribiéndote-les-me.

Hoy capaz me quedo en la casa de Shane, un muy amigo de la packhouse, kiwi, muy buena persona. Todavía no salió de trabajar pero hace unos días me invitó e insistió en que me quede en su casa sobre el lago Rotorua. Se está haciendo de noche y digamos que estoy un poco a la deriva, porque Shane no puede usar cel en la pack y porque tampoco me decido por ir a un backpacker.
Ya veremos.

Por el vidrio del café veo el reflejo del dueño sirviendo las cosas. Cuando me acerqué al mostrador vi sobre él “amanzalocos”, aquellas cosas que trajeron papá y mamá de Grecia, y me quedé tranquila. Solo espero ellos estén tranquilos. Que disfruten de esto, como yo. En este momento siento algo extraño, una incertidumbre e no saber qué va a pasar, de no estar con nadie.

Extraño, como otros días, algunas compañías. La situación cotidiana de cenar con mi familia, de compartirlo casi todo de alguna forma. Extraño la compañía incondicional y continua de Vaqui. El toque divertido y no rutinario de la juntada con amigas.

Tengo un hermano acá. Un hermano mayor. O dos. O tres.

El primero y principal es Edu, el cordo. Me pidió que me reporte todos los días para saber que estoy bien por lo que le acabo de mandar un mensajito. Es un tipo my simple, muy bueno. Muchas veces le gana la vagancia a la voluntad pero suele ser activo si las cosas le divierten. Como su apodo dice, es cordobés, diría que más de las afueras. Tiene 31 años que solo se le notan en las entradas. 


Vivimos estos dos meses con él y nos encariñamos muchísimo. Siempre está bien, tranquilo, sonriente, con su buzo de capucha azul y su compu. Fue el encargado de la TV en la casa, tiene un millón de películas y la temporada entera de Los Simuladores, que mirábamos casi todas las noches. Si bien es buenazo y se nota nos quería y nos quiere, es nulo en cariño, contacto. Hace unos años se le murió la madre de cáncer pero en realidad nunca habló del tema. Tiene dos hermanos y una hermana y es ingeniero industrial. Se hartó del trabajo, la rutina y el estrés y se vino. Ahora piensa ir a Asia, seguir por Europa y bajar desde México pasando por todo América Latina.

No sé, realmente lo voy a extrañar al cordito. Creo que lo que más me llevo de él hoy es que nunca es tarde, que siempre siempre podemos ser niños. Y que quien tiene las certezas es quien se equivoca. 


1 comentario:

  1. Hola Pep !! Un placer leerte.
    Mucha reflexión linda, profunda! Me dio ganas de escribirte!
    Te mande un mailcito!
    Bsss
    La sueca pesada

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