Cada día comprendo y dejo de comprender distintas cosas.
Entiendo que de alguna forma hay que intentar mirar a las personas que a uno
rodean, mirar de verdad, percibir lo que pasa. Es difícil muchas veces si se
cae en la rutina levantar la mirada del piso. Desde acá todo es más fácil
porque todo es nuevo y lo que hacemos pierde un poco el valor ya que sabemos no
hay un mañana estable o definido. Es fácil acercarse a las personas y buscar
magia en sus relatos, es natural. Me
gustaría llevar esto impregnado conmigo, como una piel, en realidad una
despiel, la transparencia.
Siento, como contaba a mis amigas, que el tiempo en mi país
se congeló. Que nada se mueve más de lo indispensable, que nada cambia mientras
no estoy. Es una sensación extraña que de alguna manera tranquiliza el alma. Es
errada, pero inevitable. Es como se sentía desde allá sobre el resto del mundo.
El mundo era algo que se movía cuando las noticias lo contaban, sin ellas, sólo
estaba Uruguay, Montevideo, allá.
Todo camino se hace rutina y da miedo desplazarse a lo
desconocido. Cada paso empieza a darse sólo, todo parece encajar. Desencaja a
veces alguna situación, de saturación de desencuentro, desentendimiento.
Desencaja porque para darse cuenta de lo bien que todo encaja, hay que dar algún
paso al costado.
Recuerdo todo el tiempo momentos, las canciones me
transportan. Canto y pienso en Villa Serrana, en una noche, en un lugar y una
persona, o muchas. Extraño saber de mis hermanos, los varones porque de Vale
sé. Extraño aunque sea una pelea, un cuento. Pero no me pone triste, son
hermanos, siempre están acá. Pienso también en mis amigas, en como me gustaría
por momentos teletransportarlas y que vivan un rato conmigo, un momento. En
personas. En mis papás, y algo me corre por el pecho. Los admiro.
Los de arriba me acompañan, me miran. A veces hasta se ríen
de mí o se sienten orgullosos.
No pensar. Como objetivo claro, fijo.
No pensar, actuar según lo que adentro se genera.
Relajar. Saber que el tiempo es impreciso.
Nada cambia según las horas.
Ya no pensar en vos ni en tu pasado,
ni en lo vivido, el futuro o lo pisado.
Reconocer lo que no vemos ni escuchamos,
tomarse el tiempo para procesarlo.
Abrir y cerrar los ojos
dar espacio a los sentidos olvidados.
Dejar la voz de lado pero por un rato.
Contar también a otros un relato. Tu relato.
Hacerse amigo del sol.
El es alma de la tierra.
Caminar, en la mano el corazón
ojalá tiemblen tus piernas.
Para estar vivo es mejor
liberarse de las lenguas.
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